miércoles, 8 de mayo de 2013

La niña del abrigo rojo de los ojos de Schindler


La niña deambulaba en imágenes cinematográficas en blanco y negro, pero su abrigo rojo sobresalía ante los ojos de aquel ángel humano.
Ella tenía un cuaderno viejo, un plumín morado con suficiente tinta y mil paradojas que contar en medio de esa guerra.
Escribía incoherencias, cosas que a nadie le importaban; eran palabras insignificantes para el mundo pero para ella eran inspiración total; un talento apreciado por su ser.
Podría no tener lógica, no significar nada realista pero todo eso permanecía envuelto de magia.
Y hacíamos un reencuentro de situaciones dramáticas, se tenía que parafrasear cada uno de los enunciados ascendentes de un realismo mágico y del juego de rayuela.
La nube había perdido todas las sustancias químicas que la mantenían en el aire.
El aterrizaje descendía a la superficie, pero los pies aún no tocarían el suelo porque las alas de las mariposas habían ya susurrado el deseo a los cielos.
Venía el fantasma de Alondra, el personaje drogadicto, los golpes y lágrimas sollozantes del pasado. Era el recuerdo de un callejón que dividía dos mundos diferentes en una misma ciudad.
Había chacharas y cosas inusuales en su rango social, se revolcaba en la mierda, le gustaba conocer de status. Su vida podría definirse más que Elite.
Eso había terminado, la sombra de Alondra era un vago malentendido del pasado. Pero siempre permanecía en su recuerdo.
Una ardilla corría rápidamente en la ciudad con el Bosque y el Castillo, subía por un árbol y perseguía una nuez con referencia de una fugacidad kafkiana en una metamorfosis. La ardilla tampoco ya existía y la nuez se había quedado sin que nadie lo persiguiera. Pero el vago recuerdo de aquello continuaría en la notas de un poster y en la foto de una cena con salmón ahumado.
Una frase poco legible en una revista de ensueño con mariposas rosas, llamadas nocturnas de horas y cosas de amor. Un odio entrelazado con amor, una pintura en óleo y una foto expresiva de un mimo que colgaba de las manos de Dios o el destino. Un departamento y el espantoso sonido del ropavejero que hacía un énfasis al coco.
Una pluma de Benedetti añorando ser guardada en su caja funeraria. El poema de corazón coraza en alemán. La prostituta y Ferdinand. Una niña matando a sus muñecas en juegos macabros.
Telarañas en una oficina con dos sombras haciendo el amor. Huéspedes y un Allan Poe recitando el poema del cuervo.
Los ojos más hermosos del mundo, la fotografía de mamá llena de ternura; el recuerdo del amor más puro.
La sensibilidad, la interpretación de palabras, la insensatez de un texto. La incoherencia de las palabras.
Las noches en casa de Konny, durmiendo con su hijo mediano, los gatos persas y la fábrica de chocolates.
                                           
Los castillos, las casas de cuentos de hadas, el aeropuerto de Frankfurt y el caballero del traje inglés trabajando en un banco de la ciudad financiera de Europa.

             

La aduana, las lágrimas del chico duro, un Ich habe dich gern, un beso diminuto y un abrazo eterno, después un BMW blanco del año.
El restaurante "Bellini", die Alt Oper Frankfurt, el pianista, la noche, el sueño, el beso...la noche estrellada, un Van Gogh y un clink en una copa de Bayles.
                    
Una mirada profunda, mariposas en el estómago, una chica sexy fumando y un pastel de corazones. La canción de Iris y el remake de "Der himmel über Berlin"
                        
Había perdido los guantes color hueso que la ataban a la mano del caballero de ojos verdes en el lago. Lo habría olvidado en la estación de Esslingen cuando se dirigía a Stuttgart. Había soltado también la mano de aquel caballero.
Tres días, dos meses, dos años, seis años, tres meses...
Fuegos artificiales en el lago, un colchón diminuto para un gigante durmiendo con una pequeña hadita.

                                          

Lo demás se había congelado en el tapete donde hacían el amor. El hada volaba hacia la flor y se alejaba minuciosamente del hombre grande. El abrigo rojo se había dejado de usar...El resplandor del sol sólo iluminaría las flores amarillas del Bosque Negro de Baden Württemberg.

1.32 am


No hay comentarios:

Publicar un comentario