sábado, 4 de mayo de 2013

Voula París!

¿Encontraría a la Maga


Regresaba de París un 20 de Noviembre del 2011, la primera y única vez hasta ahora en la ciudad luz de los artistas y poetas, pero aún no entendía ¿cuál era la esencia de París?
Un idioma suave lejos de mis gustos lingüísticos, una ciudad grande y multicutural repleta de gente y de ratas. París iba más allá de eso...
Estaba sentada en el tren que había tomado en Stuttgart después de haber viajado hasta allá con sólo 100 euros, mi transporte con "mitfahrgelegenheit" me había resultado bastante económico y adecuado para ir y regresar ese fin de semana en el mismo auto. La siguiente parada era nuevamente Tübingen y Marco pasaría a recogerme al Hauptbahnhoft.
Oh París! Oh París! Ciudad definitivamente inspiradora pero mis preferencias y la magia seguían inclinándose a los sitios germanos. Pero entonces escribía que a pesar de ello, eso no significaba que no quería volver allá una vez más.



A París lo definí como un suspiro, tal vez porque en esos días me imaginaba allí caminando con el caballero del traje inglés, con el rubio con porte mirando la Torre Eiffel. Había pensado en él mientras flotaba a las orillas del Río Sena y en medio de los puentes del amor llamaba a mi mejor amiga.



Cuando llegaba a Francia, me sentía en medio de mi ciudad, las diferencias con los alrededores eran un poco similares, había salido de la tranquilidad alemana del sur.








Amanecía en París, en el departamento de Stephan en el Barrio chino, la cortina rosa me hacía sentir en la película de Amelie y entonces susurraba al viento y al sol que se colaba por aquella ventana: "Bon jour París"



Mi francés obviamente no existía y mi inglés no servía de nada con los estirados franceses. Esos días viajé en el metro que todo el mundo aseguraba que apestaba, no tuve esa experiencia. Los túneles eran completamente europeos pero los vagones eran viejos, los boletos alargados y yo había comprado los tickets de niños sin haberme percatado de mi error, porque lo único que podía entender en francés, era tal vez Sortie.





Me reservaba de comer pollo en un Kentucky repleto de gente, donde una negra frente a mi mesa mostraba "sin querer" su enorme trasero con una tanga que acentuaba sus celulítis y vulgaridad. El espacio se llenaba de residuos de huesos, mientras mi amigo y su "profesora" comían desesperadamente y yo sólo esperaba ver por primera vez el Moulin Rouege y otros lugares importantes de allí.




Quedaba impactada por la arquitectura de aquel Palacio Real que rodeaba al Louve, miraba cansada el infinito arte de aquel museo, donde cada pared contenía una obra de arte y no se podía absorber en un sólo instante. 









Miraba Notre Dame por medio de una pareja japonesa tomando fotos alrededor, mientras ella posaba con un vestido rosada, con colores perfectamente combinados y una belleza que invocaba su amor de recién casados. 
Y cuándo vi la torre Eiffel en los Campos Elíseos, las ratas impactaron más mi atención en medio de gritos de una extranjera loca. Y él tomaba la botella de Champan y se avergonzaba de mí. Pero la iluminación era hermosa y el momento inolvidable.




Terminaba mi visita yendo de nuevo a la torre, tomando fotos con mis manos hacia mí y entonces hallaba a un chico muy guapo que me pedía de favor pasear juntos y que cuando nos dejábamos en el tren sabría era la última vez que lo volvería a ver mientras lo veía alejándose por la salida de la estación.




Compraba un gorro parisino, con algún indio de los locales baratos de los callejones que llevaban al hermoso Sacré Coeur. El café donde había estado Picasso, el bar del piano, el teatro en aquel pequeño local que reflejaba arte y en donde la actriz nos invitaba a pasar, eso era el arte de París.

Pero París era para mí un importante sentimiento...La música de las escaleras del Sacré Coeur, la más hermosa vista nocturna de una ciudad mágica e inspiradora, cervezas de 5 euros y la mirada atónita de ella susurrando "I cannot imagine my life far away of this beautiful place, I cannot" y entonces comprendía lo que ella decía, entendía a la perfección el sentimiento que ella sentía en esa ciudad porque sus sueños estaban allí. 


Su mirada rasgada y penetrante cambio mi perspectiva y entonces pensaba cautivada que definitivamente París era más hermoso de noche. "En el fondo-dijo Gregorovious-,París es una enorme metáfora"...



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