miércoles, 10 de abril de 2013

Los fantasmas de Tübingen

Tübingen se había vuelto parte de mi vida, era normal andar por las calles y encontrar el camino a donde me dirigía sin perderme de nuevo, salir de la estación de tren y ver el panorama como algo que ya me familiarizaba. La primera vez que regrese a Tübingen fue la primera semana de mi nueva estancia en Alemania : octubre 2012.
Entonces el momento era emocionante, quería volver a llegar al Hauptbahnhoft y tomar en Bus hacia Bühl para visitar a la Familia Schmid. Todo seguía siendo igual que la última vez que había estado allí. 
Muchos estudiantes, gente joven, la ciudad seguía estando llena de vida; las bicicletas seguían aparcadas alrededor de la estación y  el olor de hamburguesas del Burger King podría llegar hasta el otro lado del edificio en el área de fumadores. 
Los buses alrededor, la cafetería, la librería y tienda de revistas; todo estaba en su sitio excepto mi alma que deambulaba como un fantasma viejo, un fantasma un año más joven que caminaba lentamente, desconcertado y desorientado. Un ente que veía y observaba detenidamente cada detalle y seguía la dirección de Europastrasse, pasaba por Deutsche Post y doblaba a la izquierda en Epple Haus (la casa de los grafittis). Podía ver a aquella chica con rasgos latinoamericanos y una cara triste sentada en el suelo con un pequeño vaso pidiendo limosna y también me veía a mí pasando junto a ella, observándola con curiosidad recibiendo una sonrisa de vuelta.


Cuando llegaba al puente del Neckar, las hojas de otoño ya no abundaban el parque donde había estado sentada con Rolf Schmid y Kira fumando un cigarrillo. El café de la esquina de Gartenstrasse y Mühlstrasse, frente al pabellón de Neckargasse que lleva al Markplatz y el Rathaus, estaba renovado pero el chico de los ojos azules ya no trabajaba allí.

Pero ya no vivía con Marco, aquella pequeña turista había desaparecido y ahora me convertía en un habitante de Alemania, alguien que andaba de aquí para allá, pero por alguna u otra razón regresaba a Tübingen, el mágico pueblo de Tübingen que siempre tenía algo bueno para mí.





Y en el edificio de la misteriosa ventana diferente, frente a la cámara del Rathaus, volvía aquella chica recibiendo una llamada de Mark, preguntándole desesperadamente cómo estaba y si había tomado el desayuno y si le había sido fácil llegar a la ciudad. Todos esos espíritus ya lejanos que no volverían más que en sus pensamientos. Hasta ese momento Tübingen era para ella sólo una persona, todos los recuerdos habían sido él y las andanzas en un BMW blanco.



Ahora Tübingen era de pie, casi flotando, las calles, los bares, los restaurantes, el shopping; todo eso ya lo conocía. El estrecho callejón de la escalera que lleva al castillo le recordaba a Guanajuato, en sí Tübingen le parecía aquella medieval ciudad que se encontraba en México. 

Y esa escalera era parte de una nueva historia, de otra despedida, porque la última vez que estaría con el arrogante hombre de los ojos vedes; sería también en Tübingen.
Una cámara fotográfica de alta resolución, un hombre vacío, sexy e inteligente, un BMW pero verde y con un estilo de un hombre serio, ese era St paseando conmigo en Tübingen, tomando fotos "profesionales" por que él "siempre sabe lo que hace". Una visita fría sería una nueva andanza por esta ciudad universitaria.
La seriedad andando, un hombre hablando en voz baja para su ser, mientras yo caminaba lentamente detrás de él y no escuchaba absolutamente nada. Un pensamiento negativo perdido en su ego y vanidad. 

Pero había muchos detalles más, estaba también mi estancia express en Reutlinger Strasse 60, el flat de Florian. Mis días de estrés y relajación una mezcla extraña y el camino era el mismo en el que hace un año atrás me había causado conflictos para llegar a la plaza comercial que ahora se hallaba en frente de mi ventana. La fotografía mágica del Iphone del río Neckar de ese momento, las calles confusas se habían transformado en mi camino a casa por una pausa durante el trayecto de esa parte de mi vida.
Y entonces aparecía también un sapo con sentimientos puros con el que también rondaba alrededor de esa ciudad, pero eso era algo más que una descripción de nuestros momentos juntos, aquello no tenía palabras para explicar cada suceso que nos unía por aquellas calles.









No hay comentarios:

Publicar un comentario