domingo, 21 de abril de 2013

Un suspiro de Inspiración

Podrías llegar a ser mi centro de inspiración, pero ese no es mi punto...Sentir...volar...creer...crear...lo hace mi mente pero tú lo energizas. El sentimiento ha sido una decisión pero aún está en proyecto. Ha sido real e irreal, no puedo enamorarme como cuando tenía 16 años, o tal vez cuando teníamos 20. 
Todo es parte del río que fluye dentro del alma, fluye y fluye y no se detiene, pero tiene sus armaduras de emergencia y está preparado para todo tipo de batallas. El corazón tiene coraza pero sigue siendo puro y lleno de amor.
Sólo te veo, te asimilo, te reflejo, te observo detenidamente pero también te siento. Te siento cuando hacemos el amor, en medio de la pasión sobre caricias dulces y eróticas. Entre besos cálidos, suaves y lentos, mis manos se acomodan a tu cuerpo y entonces el río fluye más fuerte. 
Me causas temores, pero también causas sonrisas y sentimientos rectos y blancos. Matices color almendra, alejadas de grises o negros.
Caminar a tu lado, tu mano entrelazando la mía, sombras de una pequeña y un gigante, tus ojos mirándome...dos que se miran...dos que se inspiran...entonces es inexplicable...sólo se siente y se siente muy bien.
Un sendero, caminos entrelazándose, luchando con adversidades y alejando expectativas. Sólo esperando que todo suceda, creyendo en la magia y aprovechando el destino que nos puso en el ese sendero.
Mientras hacíamos el amor, el éxtasis huía de aquellos seres carnales que ambos éramos. Los corazones latían incesantemente. El ambiente era tenue pero la luz brillaba, iluminando el alma y ahuyentando lo malo.
Volábamos como el espantapájaros y la prostituta del burdel, volábamos como mariposas acabando de salir de un capullo después de una metamorfosis. Nos sentíamos en la cama, en el suelo, sobre el sillón o sobre el tapete. 
Nos examinábamos tímidamente por medio de palabras que no pertenecían a ninguno de nuestros lenguajes, sonreíamos con mejillas sonrojadas y unos tragos de cerveza en algún bar abandonado y carente de diversión. 
Bailábamos en una noche de copas donde el caos aún no nos absorbía, mientras tu mano marcaba territorio sobre la barra de bebidas de un bar para estudiantes donde los cócteles eran más baratos de lo habitual.
Y volvíamos a caminar por esas calles, por esas casas medievales, viejas y llenas de historias.
Subíamos escaleras, las bajábamos, íbamos por los túneles y de nuevo salíamos a los paraísos verdes a veces con sol y otras veces con niebla. Pero seguíamos ahí en el pie del cañón.
Nos controlábamos, hacíamos lo que podíamos, nuestros verbos estaban conjugados en un presente continuo, no usábamos pasado ni mucho menos futuro y entonces eramos felices.
Estaba el sillón, las almohadas, las terrazas, las colillas de cigarros, el puente del Neckar y los callejones con bares. Vivíamos allí y allá, estaban los ríos y las casas pintorescas y también los amigos rodeándonos. 
Pensaba de nuevo en nuestros encuentros, pensaba en el auto y tu mano conduciendo y la otra tocando mi mano sobre mi pierna, tus besos eran cuentos que expresaban lo que nunca decías con palabras normales y entonces oía susurros en aquel lenguaje fuerte y romántico, me volvía loca y no sabía si entregarme, amarte o desecharte. Caía paulatinamente en la sombra del amor...


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