Visita con Marco Schmid
Noviembre 13 2011
Norte, sur, este y oeste...el castillo luce igual de hermoso en cualquier dirección.
Una enorme puerta anuncia mi llegada y mis oídos imaginan trompetas que convierten un vals mi caminar.
Paso a paso...lentamente...las armaduras de caballeros se doblan a mis pies...
Me convierto en la princesa de aquel castillo, no hay nadie allí; sólo yo y miles de vestidos y joyas sólo para mí.
Las habitaciones son obras de arte. Disfruto mi riqueza, me dirijo al cuarto de baño, me desnudo despacio, dejo caer mi bata de seda sobre mis pies y así entrar a la tina de mármol con burbujas y posteriormente mirarme en el espejo, y volver a mirar mi sonrisa.
Una mirada de felicidad se dirige hacia el dormitorio, un candelabro de porcelana veneciana, ilumina mi rostro y entonces me siento más joven...más bella...
Me preparo para entrar al salón de baile y de repente él aparece allí en medio de la larga alfombra roja, lo puedo ver por doquier, porque hay muchos espejos alrededor...Él está esperando por mí...
Su cabello rubio y el resplandor del sol...su estatura ideal...su piel blanca combinada con la niebla que se alcanza a ver rodeando el castillo desde las ventanas, su porte...Es el caballero noble de los labios rosas...se dirige a recibirme y se arrodilla ante mí...besando mi mano mientras mis mejillas se sonrojan lentamente.
Mis ojos están cerrados...sintiendo su mirada eterna...sus brazos torneando mi cuerpo y de repente las estatuas cobran vida y se disponen a tocar nuestro baile...
La música retumba en el techo de oro, los candelabros emiten el ruido de los cristales...él toma mi mano y me vuelvo suya...estamos solos...sólo dos almas y dos corazones palpitando en un castillo...
El tiempo se detiene en los tapices rojos de la habitación y entonces el arte se consume en un beso de amor...
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